Bien. Ya era hora de cambiar ese nombre del infierno, ese nombre del mismísimo demonio.
Pero bueno, eso ya quedó atrás. Ahora, a partir de esta precisa entrada, mi blog pasará a llamarse SABADOS DE SUPER-ACCIÓN, pero con una dirección un tanto diferente.
En fin.
Vamos a lo que nos interesa:
ASCENSOR. Una palabra que a veces tratamos de escribir con S, otras con C, otras con Z, pero casi siempre con K.
El ascensor es, por lo menos para mi, uno de los grandes inventos del hombre. El no tener que subir escaleras hace la vida mucho mas fácil. Y eso es algo de lo que no nos damos cuenta, hasta el momento en el que nuestro querido objeto en cuestión se avería.
Es lo único que me detiene al momento de romper la boleta de las expensas. Saber que estamos pagando por ese hermoso bloque que nos eleva cordialmente a la comodidad de nuestro hogar me pone en cierta forma, bien.
A veces me gusta imaginar que los ascensores piensan. Onda, como que tienen vida, no? Además, bien sabemos que si hay mas de uno; siempre, PERO SIEMPRE tenemos uno preferido. En mi caso es el de la derecha. Si llego a mi departamento, o sea, al hall de entrada del edificio, y los dos ascensores se encuentran abajo, no lo dudo: tomo el de la derecha. Para mi no hay otro como el ascensor de la derecha. Irá mas lento, y siempre tendrá olor a perfume de vieja, pero digan lo que digan, el ascensor de la derecha es lo mas.
Volviendo al temita de que por ahí los ascensores tienen vida, voy a contar una anécdota media rara: Un día, llegué cansado a la puerta del edificio y pensé en voz alta (suelo pensar en voz alta, me gusta mucho. de hecho, se estaría hablando de una de mis actividades preferidas) "ojalá que algún ascensor este abajo porque no aguanto esperar ni un segundo mas..."
Podrán notar que dije "ALGÚN ASCENSOR". Esto se debe a que en ese momento no tenía uno preferido, pero lo que sucedería 7 pasos luego cambiaría por completo mi perspectiva de las cosas. Ni bien llego, siento que un ascensor (el ascensor de la derecha) estaba llegando. Supuse que alguien venía adentro y oh-casualidad! justo llegué yo. Pero para mi sorpresa, al abrir la puerta, me encuentro que nadie venía dentro de el. Fue ahí cuando dije "¡Ajá! ¡Me escuchó y bajó! ¡Bien ahí!"
Desde ese acontecimiento, Ascensor Derecho se ganó mi respeto y mi fidelidad. Llevo puesta por siempre, su remera, esa que dice VAMOS POR LA DERECHA, COMO SE DEBE.
Por otra parte, el ascensor nos puede traer los peores momentos del día; y esto sucede cuando alguien mas decide subirse con nosotros. Ya sea porque también llamó al ascensor, o porque entró con nosotros al hall del edificio, o simplemente porque viene con nosotros.
Debe ser, seguro, uno de los momentos mas incómodos de nuestro día a día. Nadie habla, nadie acota. No sabemos qué estarán pensando de nosotros, y estamos tan preocupados por eso, que ni siquiera llegamos a sacar una conclusión prematura sobre la persona que nos acompaña en el viaje vertical.
Por ejemplo, podemos notar como, si esa persona va al piso 5, comienza a agarrar la puerta en el piso 3. Como si eso le diera mas velocidad al ascensor, y como para decir "gran parte del trecho pasó. a este viaje del culo le queda poco"
Yo siempre pienso que el desconocido que viaja conmigo, por alguna extraña razón, me odia. Piensa que soy un grassa, o que soy un sucio, o un hippie, o un flogger, o un emo, o un rollinga o un idiota con guitarra. Lo mismo da, el resultado: ME ODIA. Siempre tengo esa sensación horrible de que me miran deseando que ese viaje de mierda termine lo antes posible. No importa si yo los espero con la puerta abierta, siempre me miran mal.
Pero creo que eso ya es problema mío, y que el ascensor no tiene absolutamente nada que ver.
Lo digo ahora: publicaré en mi otro blog, algún día, alguna historia de ascensores, y me reinventaré robandome a mi mismo de modo permanente.
Se me fueron las ganas de escribir. Odio dejar cosas incompletas, pero bue.
Ahí se ven.